"Deshaced ese verso. Quitadle los jaireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso, será la poesía". LEÓN FELIPE, Versos y oraciones de caminante, libro I, Madrid 1920.

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Estoy desorientado...
pensaba que todo era más fácil...

Según cuenta el dicho, "por un perro
que maté, "mataperros" me llamaron"...
Y no soy ningún canicida, pero
como a un niño ingenuo de colegio,
me atrajeron con un dulce poema
y quedé atrapado por entero...

yo creía...
Yo pensaba...
¡Todo sueños!
Sólo sueños.


-No me avisaron...
-¿De qué?
-De leer antes.
-¿El qué?
-Las instrucciones.
-¿Para qué?
-Para saber más.
-¿Más?..., ¿de qué?
-De los poemas...


"Yo era un poeta
en un bonito sueño,
con la barca velera
en mi flamante empeño..."

¡Despierta, ya, despierta!
-¿Qué ocurre, marinero?
-Mi señor, que no puedo
soñar ya más despierto.
-¿Cómo es eso, zagal?
-Amor, mi capitán...
-No se azore la barca...
Coraje, jovenzuelo,
y constancia; la meta
es conquistar buen puerto
y arribar con plata.

Ciertamente... no hay nada
como esa bravura a despecho
de vivir la aventura y el riesgo
de la vida; y, todo... por la amada...
Porque de amor se trata, ¿no es cierto?...
-Cierto es, capitán, de amor se trata.
Pero..., señor..., la mujer que yo quiero...
no se llama como todas; a ella,
le cantan y le gritan... "¡Poesía!"
¡Pobre de mí! Yo... no la conocía...
Y pensar que era la más querida...
en el café... ¡y en la librería!


Sí, recuerdo el café de doña Rosa:
aquel joven del rincón, solitario,
pensando, entre una palabra y otra,
cuál le quedaba mejor a su novia:
si el substantivo o quizá el abstracto...
Con este asunto pasaban sus horas...

También de la biblioteca:
Machado, Federico y don Miguel...
y de sus escarceos en la mesa:
le atraía con la prosa encendida,
y en un blanco de descuido, ¡zas!,
a mi doncella los poemas iban...


¿Cómo podría llegarme a ella?
Filósofo no soy
ni tampoco poeta...

Sin sueños ni quimeras,
ni andenes ni tranvías,
¿cómo acercarme a ella?

El pie descalzo y la bota sucia,
el sudor en la frente,...
(¿le seré repelente...?).

Ni métrica ni gracia
ni ritmo ni cadencia;
poco diccionario y
tan sólo voces secas.

¡Ésta es la verdad!
¿Cómo hacer un poema?

Y, del sueño, ¿qué queda?
Poco o más bien nada...

¿Es ésta la vida de un don nadie.?

Ése, ése soy yo...
el de la foto, sí...
sí, hombre: don Nadie.

Y así... nada se hace:
ni se pinta un cuadro
porque nada se sabe,
ni se escribe un verso
por si aquí no cabe...

-Y el fin, ¿cuándo llega?
-¡Ah!, pero, ¿es que llega?
-Pues sí...
-Pues... fin.

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