Reflejos de tu imagen en el río una rosa blanca custodia tu memoria se oye al viento silbar una copla triste todo el tiempo mientras grita su dolor con lamento desgarrado sobre un junco un ruiseñor que atribulado el corazón vió partir a su alondra en el río una mañana, sin su cuerpo, hacia otro cielo.
Fue un instante de cenizas cuando una bala perforó su pecho destronando su deidad cambió el rumbo de su sino y desmayada su conciencia en esa brevedad cayó la alondra con mortal herida sobre un espejo de agua como una flecha.
Y lentamente fue hundiéndose en el río hasta el fondo de su lecho, ya sin aliento, ya sin vida, hasta dejar una estela blanca y un quejido de dolor en el viento.
Hoy el ruiseñor dijo ¡basta! y se aferró a una rama de un pino y cantando su mejor balada ¡Cuál excelsa sinfonía al cielo! se dejó caer al agua y se hundió en vertical bajo una lluvia otoñal mientras el bosque y el río platicaban a sus hijos.
Y ahora en el río se ve todas las tardes mientras se oye el canto de un ave y el bosque platica a sus hijos a una estela blanca que acaricia el rulo de un remolino.
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