Mi amor... ¡por una rosa!
Ayer crecía, enhiesto, el tallo de una rosa en mi huerto y soñaba el bohemio en el ajetreo de un mirlo y en el cantar de una calandria
Ayer crecía, enhiesto, el tallo de una rosa en mi huerto y corría el niño divertido por el patio de una casa
Ayer crecía, enhiesto, el tallo de una rosa en mi huerto mientras yo besaba a la novia con mis labios encendidos al despuntar el alba ese pimpollo tierno que coronaba la flora de su seno virgo
Ayer crecía, enhiesto, el tallo de una rosa en mi huerto pero ayer era otro día -decía un filósofo adivinando que, tal vez, el hoy se moriría inextricablemente en el mañana
Ayer crecía, enhiesto, el tallo de una rosa en mi huerto la luna lo sabía y por eso su sonrisa era de nácar y su aliento a caramelo que eclipsaba al cielo todas las noches desde la terraza
Sin su tallo, sin su fruto, sin su aroma ¡hoy, amaneció la rosa deshojada por el arbitrio de unos dedos! apagando la sonrisa de una infancia el cantar de una calandria el ajetreo de un mirlo y el sueño de un bohemio...
¡y se marchitó mil huerto! y se fue la novia... y la luna fue vista llorando en la terraza
¡Oh, Rosa! ¡Oh, huerto! ¡resucitad os pido! que aún deseo besar a la novia con mis labios encendidos al despuntar el alba
ese pimpollo tierno que coronaba la flora de su seno virgo
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