Hubiera alcanzado ser
hermoso como un lazo,
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo;
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya
con tu traje de maría,
luciendo una ancla en el brazo
y en el olán un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto;
y a mi, tal vez, que saliese
en lo triste y en lo lírico
y en esa torpe manera
de verlo todo distinto.
Nos saludamos de lejos
como dos desconocidos,
porque te sigo queriendo
igual o mas que al principio
y te veo como entonces
con tu cintura de lirio
con un jazmín en los dientes
y a color como el trigo,
y aquella voz que dice todavía
Te amo, Te adoro
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